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Existen cientos de tratamientos, trucos, cirugías y procesos que prometen hacerte más atractivo, pero rara vez escuchamos hablar de un tipo de alimentación que pueda lograr eso, y además, ayudarnos a alcanzar nuestro potencial genético. Este artículo detalla la dieta que, a lo largo de la historia, se ha considerado la más efectiva para potenciar nuestra belleza y nuestra simetría corporal, incluso en diferentes culturas.
A principios del siglo pasado, el Dr. Price viajó por las partes más aisladas del planeta estudiando las dietas de las tribus y los grupos étnicos que no habían sido modificadas por el mundo industrializado. Si bien el objetivo de su estudio estaba enfocado en la salud bucal, el Dr. Price terminó demostrando que nuestra apariencia y belleza no dependen solo de nuestra genética, es decir, heredadas de nuestros padres, sino que son adquiridas también por malos hábitos.
Este doctor estudió a personas en Sudamérica, en Polinesia, tribus africanas, aborígenes australianos e incluso mauríes de Nueva Zelanda . A medida que estudiaba distintas etnias, fue reconociendo los denominadores comunes. Por ejemplo, respecto de la dieta moderna occidental, estas dietas de las tribus mencionadas tenían cuatro veces más vitaminas hidrosolubles, como las vitaminas del grupo B y C y, en algunos casos, hasta 10 veces más vitaminas liposolubles, como la vitamina A, D, E y K.
Primero, la dieta tiene algunas características importantes que vamos a destacar. Obviamente, hay pequeñas variaciones entre ellos, porque son pueblos con hábitats muy diferentes entre sí, pero los principios que discutiremos, se cumplen en la mayoría de los casos. La dieta de estas personas que alcanzaban su potencial genético en apariencia y en simetría no tiene, obviamente, alimentos refinados o comidas desnaturalizadas como azúcar, jarabe de maíz de alta fructosa, enlatados, pasteurizados, grasas hidrogenadas, polvos de proteínas, vitaminas sintéticas agregadas, colorantes o aditivos artificiales.
En primer lugar, estas tribus no consumen azúcar en cantidad ni jarabe de maíz de alta fructosa, que probablemente ya sabés que debés evitar en tu dieta. Pero hay otras características de la dieta de ellos que puede llamar la atención, como el consumo de alimentos no pasteurizados. La pasteurización es un proceso de calentado rápido a temperatura de unos 80 grados aproximadamente, para reducir el desarrollo de bacterias en el alimento. Es un proceso excelente desde el punto de vista bromatológico, pero obviamente no es tan bueno desde el punto de vista de la flora bacteriana de tu cuerpo. Por estandarización, en muchos países, la leche y otros alimentos deben ser pasteurizados. De todas formas, no se recomienda que consumas alimentos no pasteurizados, pero es importante que sepas qué hacían estos pueblos para cuidar su flora bacteriana, porque este tipo de alimentos y las conservas son la razón por la que no necesitaban tomar probióticos para cuidar su flora.
Todas las culturas de las que tenemos registro, que no habían sido forzadas por razones de hábitat, climáticas o filosóficas, consumen algún tipo de animal. A excepción de animales venenosos, consumían cualquier tipo de animal de forma completa, consumiendo músculos, órganos, usando la grasa para cocinar, los huesos para hacer caldos y, en muchos casos, se consumía la médula ósea del hueso también. Además, la parte preferida culturalmente por muchos de estos grupos étnicos eran las vísceras, como el corazón o el hígado del animal. Obviamente, para muchas de estas tribus, consumirlo completo también estaba relacionado con respetar el hecho de que ese animal murió para alimentarlos. Hay que destacar que consumían gran variedad de carnes como por ejemplo carnes de animales de pastura, de caza, pescados y mariscos, insectos y hasta productos derivados de animales, como huevos y lácteos.
Hoy día, existe un alto porcentaje de la población con déficits de estas sustancias esenciales. Nos encontramos obligados a suplementar nuestra dieta con vitaminas y minerales como la vitamina D o el magnesio, debido a una alimentación pobre en nutrientes y a un suelo de mala calidad. En contraste, las dietas de culturas más primitivas y menos industrializadas eran hasta 10 veces más ricas en algunos nutrientes, destacándose las vitaminas liposolubles como la vitamina K2 y la D3.
En estas dietas no solo cocinaban gran parte del animal, sino que también consumían algunas partes crudas, como los testículos, una práctica que hoy podría sorprendernos. Además, eran ricos en enzimas y en diversidad bacteriana, como vegetales fermentados y productos lácteos sin pasteurizar, que formaban una parte esencial de su alimentación. La fermentación, más allá de ser un método de preservación, permitía a estas culturas disfrutar de alimentos con una rica biodiversidad bacteriana sin necesidad de recurrir a los probióticos.
Además, estas dietas tradicionales mantenían un equilibrio entre la ingesta de omega 3 y omega 6, esencial para evitar tendencias inflamatorias en el cuerpo. En contraste, la dieta moderna occidental presenta de 12 a 25 veces más omega 6 que omega 3, predisponiéndonos a un estado inflamatorio y a sus consecuencias negativas, que van desde el dolor, hasta el envejecimiento prematuro.
Y a pesar del uso de sales no refinadas en estas dietas de nuestros antepasados, existía una prevalencia extremadamente baja de hipertensión y problemas cardiovasculares, incluso entre los miembros más longevos de estas culturas.
Todas estas dietas además tenían en común el cuidado de las futuras generaciones y su salud, dándole prioridad a las mujeres embarazadas o por concebir, y a los niños en desarrollo. Básicamente, les proveían los alimentos más ricos en nutrientes a las personas que más los necesitaban para mantener a la tribu sana a futuro.
Se consumían semillas, granos y frutos secos, pero siempre hidratados antes, brotados o fermentados. Este proceso permite inhibir los antinutrientes como el ácido fítico, que son sustancias que arrastran minerales e impiden su absorción.
Estas tribus consumían mucha más grasa que nosotros. Al menos un 30% de las calorías totales que consumen, provienen de las grasas. Incluso, en algunos casos excepcionales, como los inuit, han llegado al 80% de las calorías provenientes de las grasas. Dentro de las grasas que comían, existía un balance entre los diferentes tipos: un correcto equilibrio entre grasas saturadas y las grasas monoinsaturadas, y solo el 4% de las calorías provenían de grasas poliinsaturadas, lo que evitaba el desequilibrio omega 3/omega 6 que se observa hoy en día.
Este régimen alimenticio, rico en grasas saturadas, contradice ciertos preceptos tradicionales al demostrar una reducción en la lipoproteína A, implicada en el riesgo cardiovascular. Los estudios indican que las placas ateroscleróticas se componen más bien de grasas poliinsaturadas, sugiriendo una revisión de nuestras concepciones sobre las grasas y la necesidad de moderar su consumo, salvo aquellas fuentes ricas en omega-3.
Por otro lado, las recomendaciones dietéticas que hoy hacen organismos como la USDA, que no necesariamente son las mejores, son de 45 a 65% de calorías totales de los carbohidratos, de 25 a 35% de las grasas, y solamente de 10 a 35% de las calorías provenientes de proteínas. Estas recomendaciones son muy diferentes a lo que se consumían en estas tribus y además, dan mucho lugar a los hidratos de carbono, favoreciendo el aumento de peso.
Con respecto al alcohol, estas comunidades consumían vino y cerveza no pasteurizados en moderadas cantidades. Sin embargo, hoy en día puede que esto no sea viable de llevar a cabo fuera de una comunidad productora porque la pasteurización es un requerimiento regulatorio en muchos sitios.
La dieta discutida anteriormente, es similar a lo que se conoce hoy en día como dieta paleo, pero tiene modificaciones importantes que tienen que ver con la evolución del ser humano y con la adaptación que sucedió en los últimos 12,000 años.
¿Y cuál es el motivo por el cual esta dieta es la que mejores resultados promete a nivel estética, sobre todo si la llevamos a cabo en nuestros años de desarrollo, desde la gestación?
Los disruptores endocrinos, son compuestos químicos que una vez incorporados al organismo permanecen largo tiempo depositados y alteran el equilibrio hormonal. En la actualidad, al consumir alimentos industrializados, estás ingiriendo estos disruptores hormonales que actúan en partes por billón. Esto quiere decir que necesitamos muy poca cantidad de estas sustancias para que nos arruine el balance hormonal.
Respecto de los elementos que utilizás hoy en día es recomendable cocinar en ollas o sartenes de acero, hierro fundido, vidrio si vas a hornear, o de algún esmalte de alta calidad como los de cerámica que son cada vez más comunes. Estos materiales son seguros y permiten que consumas menos toxinas al preparar tu comida.
También hay que tener en cuenta a los pesticidas que actúan como disruptores endócrinos. Pero además, hay algunos como el glifosato y los órganofosforados que se usan en los cultivos, ya que dañan a tu microbiota y generan permeabilidad intestinal.
La composición de macronutrientes de estas dietas difieren de la dieta promedio actual. Mayoritariamente consumimos más hidratos de carbono de los que deberíamos y menos proteínas y grasas, lo que resulta en un cambio en nuestra composición corporal: nos hace tener menos músculo, peor balance hormonal y, además, más grasa corporal.
Las dietas ricas en alimentos naturales nos brindan una abundancia de nutrientes de alto valor, destacando las esenciales vitaminas liposolubles: A, D3, E y K2. Estas vitaminas no solo son cruciales para la absorción eficiente de minerales y el aprovechamiento de las proteínas consumidas, sino que juegan un papel fundamental en nuestra belleza y salud general.
Optar por animales de pastura no es solo una elección más saludable en comparación con los animales de feedlot, sino que es una decisión crucial para asegurar la ingesta de nutrientes esenciales. Por ejemplo, las vacas que pastan libremente obtienen vitamina A directamente del pasto. Este nutriente se ve comprometido en entornos donde el pasto escasea, como en los climas fríos, donde las vacas suelen ser suplementadas con vitamina A. La diferencia en la calidad nutricional no se limita solo a la vitamina A ya que las plantas cultivadas en suelos que estan sobreexplotados como ocurre mucho actualmente, ofrecen menos nutrientes como es el caso del magnesio.
La exposición al sol es otro factor determinante, influenciando directamente los niveles de vitamina D: los animales criados en ambientes cerrados muestran una menor concentración de esta vitamina, por ende, los alimentos derivados de ellos también tendrán esta menor concentración de vitamina D.
También es importante tener en cuenta la alimentación que recibe el ganado, porque esto influye en la producción de vitamina K2 durante el proceso de fermentación en el rumen.
Mantener un equilibrio saludable de hormonas sexuales es fundamental no solo para definir nuestras características de género, sino también para potenciar nuestra atracción hacia posibles parejas. La testosterona y los estrógenos son las principales hormonas sexuales, seguidos por la DHT y la progesterona. Estas hormonas impactan en el desarrollo de las características sexuales secundarias y los dimorfismos sexuales que distinguen a hombres y mujeres, es decir, las características que hacen al hombre más masculino y a la mujer más femenina. De hecho, existe una teoría sobre el olor que emanamos y cómo nuestras parejas pueden sentirse atraídas por ese olor de acuerdo a nuestra compatibilidad inmunológica, relacionado con una molécula llamada HLA o Antígeno Leucocitario Humano. La teoría explica que existe más atracción entre personas con olores que tengan alta compatibilidad inmunológica, para así obtener una cría con mejor sistema inmune.
La dietas de las tribus de nuestros ancestros evitaban la disrupción hormonal de dos maneras: en primer lugar, al evitar productos industrializados, no hay disruptores hormonales, y, en segundo lugar, el alto consumo de grasa facilita la producción de hormonas sexuales, tanto masculinas como femeninas, sobre todo si se combinan con un estilo de vida que facilite su buena producción. Además, este equilibrio de hormonas sexuales no solamente te hace más atractivo, sino también más fértil.
Es crucial entender que estos cambios no están restringidos a una etapa de la vida. Las modificaciones en la proporción corporal y otras características pueden lograrse en cualquier momento, mejorando el atractivo general y la función metabólica con un equilibrio saludable de estas hormonas y una buena alimentación.
En el desarrollo de la cara, su simetría y su atractivo influyen muchos factores:
Vitaminas liposolubles: por un lado, es esencial prevenir los déficits nutricionales, en especial de vitaminas liposolubles, particularmente A, D y K, que están involucradas en el desarrollo de los huesos.
Características de los alimentos: la dureza de los alimentos, por ejemplo, afecta el desarrollo de la mandíbula. Aunque se tiende a simplificar que la dureza de los alimentos es el único determinante del tamaño de nuestra mandíbula, la realidad es más compleja, ya que involucra también el dimorfismo y los niveles hormonales, como la testosterona, que durante el desarrollo pueden modificar la altura y la definición de la mandíbula. No obstante, la remodelación ósea facial es un proceso que puede extenderse a lo largo de la vida, permitiendo mejoras mediante la corrección de hábitos iniciales adversos, tales como la respiración bucal, mala oclusión dental o una dieta blanda. La oclusión correcta de los dientes también afecta al atractivo porque modifica algo llamado “Esquema de Brodie”, que afecta la posición del cráneo por completo, y tu respiración nasal también lo hace.
Estrógenos metilados: estas formas de estrógeno metiladas impactan positivamente en nuestro organismo y su pérdida lleva a más riesgo de enfermedades, a menos desarrollo de algunos tejidos y caracteres sexuales femeninos secundarios. A a lo largo del tiempo, cuando caen estas hormonas, se produce más sequedad en la piel y en las mucosas y más laxitud en los tejidos.
Colágeno: las personas de estas culturas consumían caldo de huesos que les proporcionaba mayor cantidad de colágeno y resultaba en una piel más sana, que actualmente no muchas personas consumen.
Para una alimentación que maximice tu atractivo y bienestar, es clave enfocarse en lo que sí se debe incorporar a nuestra dieta y qué evitar:
Este enfoque nutricional reflejó buenos resultados en la salud de numerosas generaciones a lo largo de milenios, fusionando los principios de la dieta paleolítica con las adaptaciones positivas de la humanidad. Por este motivo, adoptar este tipo de alimentación, al menos temporalmente, podría beneficiar significativamente tu atractivo y salud general, especialmente si te encontrás en una etapa joven de tu vida.
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