Deportistas hombre y mujer corriendo de forma enérgica en una posta de atletismo en un día soleado

Cómo tener más disciplina

Consejos prácticos y un refuerzo a la mentalidad que necesitás para alcanzar tus objetivos.

El éxito de los cambios que nos proponemos hacer en nuestra vida depende de cómo nos organizamos para sostenerlos, y de nuestros niveles de disciplina.

¿Querés hacer cambios en tu vida para mejorar tu salud? ¿Lo intentaste en el pasado y no pudiste sostenerlos? En este artículo vamos a ver cómo ser más disciplinados en lo que respecta a nuestra salud y calidad de vida.

Amigarse con la disciplina

La disciplina en general tiene mala fama, y tiene sentido, porque aprendemos a despreciarla en la escuela desde nuestros primeros años de vida. Pero es la misma disciplina la que puede transformar un cuerpo fuera de forma en un cuerpo sano.

La disciplina es lo que te permite actuar cuando la falta de ganas o las distracciones se interponen entre vos y lo que planeaste.

Ser disciplinado es actuar en favor de nuestros intereses y objetivos de salud u otras áreas de la vida. Tener disciplina significa no dejar nuestra vida a merced de nuestras emociones ni del azar, sino actuar acorde a nuestras convicciones, y a lo que queremos lograr y construir.

Pensalo así: tu versión disciplinada es la que te va a ayudar a conseguir lo que querés, en especial lo que hoy te parece demasiado lejano y difícil de alcanzar. Sobran razones para entender cómo convertirte en una persona disciplinada.

Disciplina y el rol de los hábitos

¿Qué rol cumplen los hábitos en todo esto? Los hábitos son un conjunto de acciones que integramos en nuestra vida cotidiana y hacemos de manera casi automática. Se formaron con el tiempo a fuerza de repetición de una acción determinada.

Pensá en la construcción de un hábito como el aprendizaje de una habilidad nueva, por ejemplo, conducir. Cuando aprendemos a conducir, nuestro cerebro tiene que incorporar muchos hábitos nuevos, como ponerse el cinturón de seguridad antes de poner el auto en marcha, mirar por los espejos laterales y retrovisor, o aprender a estacionar correctamente (cosa que muchas personas nunca aprenden realmente). Ese conjunto de tareas que al principio parecen demasiado desafiantes, pero luego de repetirlas lo suficiente, tu cerebro las hace de forma automática. Sin que te des cuenta, fueron agrupadas en un solo bloque de información, al que le llamamos “conducir”.

Todas las tareas que realizamos diariamente tienen ese mismo potencial, el de volverse un hábito, una habilidad para la que ni siquiera tenemos que pensar. Lo mismo aplica para hábitos buenos y malos; ir al gimnasio tres a cuatro veces por semana es un hábito tanto como lo es prender un cigarrillo después de comer.

Pero no todos los hábitos tardan ni cuestan lo mismo para formarse. Mientras más difícil de realizar sea la acción y a más fuerza de voluntad requiera, más difícil es que pueda transformarse en un hábito. La creencia popular de que los hábitos tardan entre 21 y 28 días en formarse, es un mito. La realidad es que tardamos mucho más tiempo en formar hábitos difíciles como hacer ejercicio todas las mañanas, que en formar hábitos sencillos como apagar la alarma del despertador y seguir durmiendo.

¿Qué hay entre la repetición de la acción y la formación exitosa del hábito? Disciplina.

Por más que cueste, construir buenos hábitos es esencial, no solo por salud o productividad.

Si bien te puedo enseñar a aumentar tu fuerza de voluntad, en algún momento llega a su límite, por lo cual la idea no es hacer cambios a base de fuerza de voluntad todo el tiempo. Se trata de usar todos los trucos a nuestro alcance para dejar los malos hábitos y lograr el objetivo de automatizar lo que beneficia nuestra calidad de vida y nuestra salud.

Además, si lo logramos, ahorramos fuerza de voluntad para aprovecharla en otras áreas de nuestra vida, como desarrollarnos como profesionales, perfeccionarnos en un deporte que nos gusta o levantarnos temprano un sábado para colaborar con una causa que nos mueve.

Organización cotidiana

Entonces, cuando queremos generar un hábito nuevo y necesitamos disciplina, tenemos que hacer todo lo posible para facilitarnos a nosotros mismos la tarea.

Acá entra en juego la organización cotidiana. Tenemos que usarla para hacernos lo más fácil posible las tareas y comportamientos que queremos tener. Y al mismo tiempo, dificultar las tareas y comportamientos que queremos evitar.

En un ejemplo sencillo, si el problema es alimenticio, hay que remover los alimentos perjudiciales de la casa, reemplazarlos por alternativas saludables y movernos en ambientes donde no tengamos comida chatarra al alcance.

La organización cotidiana es simple de mejorar. Hacé un plan, escribilo, detallalo al máximo posible, anticipá las dificultades que puedan surgir y cómo solucionar cada una de ellas. Quienes hacen planes semejantes tienen una tasa de éxito mucho mayor a la hora de generar un cambio comparado con quienes no lo hacen.

Cuidate como cuidarías de alguien más a tu cargo

Por otro lado, existe una diferencia importante entre cuidarte a vos mismo y cuidar de otros.

Una de las claves para poder hacer un cambio duradero y ser más disciplinado tiene que ver justamente con algo que quizás ya experimentaste si tenés hijos o mascotas. Y es que resulta mucho más fácil cuidarlos a ellos que cuidarte a vos mismo y ser constante con tu propia salud.

¿Por qué sucede esto? Probablemente por autoestima, estamos dispuestos a hacer algo por los demás que no estamos dispuestos a hacer por nosotros mismos.

Ante esta situación, mi consejo es que empieces a considerarte a vos mismo como una persona de quien estás a cargo. De ahora en más, tenés que cuidar a la persona que ves en el espejo todas las mañanas al levantarte.

Con esto en mente, te dejo consejos puntuales para que pases a la acción.

¿Cómo aumentar mis niveles de disciplina?

Orden de prioridades

Lo primero que tenés que saber es que es mucho más fácil construir o incrementar disciplina si cubrimos nuestras necesidades biológicas básicas primero.

Uno de los primeros pasos para mejorar tu disciplina es tener a tus necesidades fisiológicas en orden. Por ejemplo, el sueño, tu alimentación o tus niveles de estrés.

Es mucho más fácil tomar una decisión disciplinada si tuviste el descanso correcto y un buen nivel de sueño profundo por la noche. Una de las principales cosas que te recomiendo hacer para ser mas disciplinado es mejorar tu calidad de sueño. Podés ver mi video específico acá.

Otro de los factores que te ayuda a ser más disciplinado es hacer el ejercicio suficiente para estimular a tu cerebro. Contrario a la creencia popular, levantar pesas es una de las mejores maneras de mejorar el rendimiento del cerebro. Básicamente, hacer ejercicio es una de las actividades que requiere disciplina, pero que también te permite trasladar esa disciplina a otras áreas de tu vida, como el estudio, especialmente cuando entrenás la fuerza. Pensalo como una espiral a tu favor, una situación de retroalimentación positiva. Por esta razón, incluso si tenés un solo día para prepararte para un examen importante, voy a recomendarte que te tomes un tiempo para hacer ejercicio.

¿Qué significa todo esto y cómo podés usar esta información para ganar más disciplina? Significa que tenés que ordenar tus prioridades. Para ser más disciplinado, el orden es el siguiente: primero, mejorar tu calidad de sueño. Segundo, mejorar tu alimentación. Y tercero, mejorar tus hábitos de ejercicio.

Una vez que tengas estas áreas básicas cubiertas, o al menos más o menos resueltas, enfocate en las demás áreas (como el trabajo) en las que quieras ser más disciplinado, y tomá acción.

Meditación

Uno de los principales obstáculos para ser más disciplinados tiene que ver con nuestro estado de animo y emociones. Si tu problema es específicamente el manejo emocional, una de las mejores herramientas es la meditación. De hecho, meditaciones enfocadas específicamente en compasión han demostrado mejorar la respuesta emocional de las personas que la practican, incluso bajo situaciones de altos niveles de estrés.

Podés empezar con mi video instructivo básico de como meditar, tanto en el esquema más simple de meditación como con un enfoque en agradecimiento.

Estoicismo

El estoicismo es una filosofía antigua que se basa en el autocontrol, la sabiduría y la resistencia ante la adversidad. Nos enseña a enfocarnos en lo que está dentro de nuestro control, aceptando y adaptándonos a lo que no podemos cambiar.

Desde una perspectiva estoica, las situaciones difíciles y poco placenteras son una oportunidad para fortalecer nuestro carácter y voluntad, de cultivar flexibilidad y resiliencia.

Muchas personas pasan su vida buscando el placer de manera constante solo para darse cuenta que necesitan cada vez más estímulo para sentir el mismo nivel de placer. En pocas palabras, nunca les es suficiente, y nunca consiguen lo que realmente quieren.

En cambio, adoptar una actitud estoica implica reconocer que el verdadero crecimiento y la satisfacción provienen del esfuerzo constante y del compromiso con nuestros principios, más que de la búsqueda de la gratificación instantánea, de la comodidad y de evitar las dificultades.

¿Qué tiene que ver esta corriente filosófica con la disciplina? Que, en definitiva, para aumentar tus niveles de disciplina, necesitás aprender a disfrutar de lo desafiante y lo incómodo. Si nos dedicamos a aprender a disfrutar de las cosas que no nos encantan, tarde o temprano vamos a estar viviendo sin tareas que detestemos y vamos a ser capaces de disfrutar mucho más del día a día.

Cambio de identidad

Cambiar tu propia identidad, tu concepto de vos mismo, puede parecer vago o poco claro, pero es poderoso y tiene un impacto muy importante en nuestros hábitos a largo plazo.

Cambiar tu identidad es algo esencial en técnicas de programación neurolingüística. Tiene que ver con la premisa de que actuamos acorde a nuestra identidad. Todos los seres humanos sentimos la necesidad de actuar de manera acorde a nuestras decisiones pasadas, con tal de reafirmarlas. Si elegimos una carrera universitaria en particular, por ejemplo, vamos a actuar de manera tal que justifiquemos esa decisión.

Todos tendemos a actuar acorde a la imagen que los demás tienen de nosotros. Si se le dice a un profesor de escuela primaria que un grupo de niños es particularmente inteligente, esos niños terminarán el año con mejores notas que los demás. ¿Por qué? Simplemente porque se esforzarán por actuar de manera consistente con la imagen que el profesor tiene de ellos.

Lo mismo sucede si te considerás alguien no fumador cuando estás tratando de dejar de fumar; es mucho más efectivo que contar los días que llevás sin fumar. O si querés mejorar el hábito de hacer actividad física; considerarte un atleta en vez de “alguien que tiene que hacer ejercicio” va a hacer que te resulte mucho más fácil ejercitarte de manera consistente.

Mi consejo es que, si buscás mejorar en tus objetivos, primero definas tu identidad y cambies tu mentalidad para que te impulse a cumplirlos.

Recordatorios

Todos pasamos por momentos en los que olvidamos para qué nos estamos esforzando, cuáles son nuestras metas o por qué hacemos todo lo que hacemos.

Una de las mejores maneras de construir disciplina y seguir esforzándote, a pesar de no ser lo más agradable, es tener constantemente presente la razón por la que nos estamos esforzando.

Cualquier tipo de recordatorio juega un rol clave, ya sean fotos, notas, o el fondo de pantalla de tu teléfono. Lo importante es reencontrarte seguido con las razones por las cuales te esforzás y utilizar el estado emocional que genera el recuerdo como motivación.

Rendir cuentas

Mi método preferido y el que fue más efectivo para mí para ganar disciplina, es tener a alguien a quien rendirle cuentas.

Estudiás más cuando tenés un examen que rendir o alguien cerca tuyo también estudiando porque te permitís distraerte menos. Entrenás más cuando tenés una entrenadora a quien rendirle cuentas (el claro ejemplo de esto es un entrenamiento militar). Mejorás tu alimentación cuando tenés que rendirle cuentas de lo que comiste a alguien, o esa persona está presente viendo cómo te alimentás. No hace falta que sea un especialista, puede ser un familiar; salvo que las personas que te rodeen sean un obstáculo para tus cambios, en la enorme mayoría de los casos, comemos peor cuando estamos solos.

Buscá maneras de rendir cuentas a otras personas sobre el cambio que querés hacer. Elegilas para que te obliguen a hacerte responsable de esos cambios, y vas a ver cómo aumenta tu nivel de disciplina.

La disciplina es necesaria para lograr un buen estado de salud. La mayoría de las cosas que son buenas a nivel salud para el ser humano no son cómodas, pero te aseguro que el dolor de la disciplina es menor que el dolor del arrepentimiento. Además, la disciplina que construyas para hacerte cargo de tu salud, te va a permitir cultivar buenas relaciones con los demás, tener mejores posibilidades laborales y alcanzar metas que hoy pensás que son inalcanzables.

Siempre va a valer la pena esforzarte para ser más disciplinado. Ya tenés las razones y sabés qué hacer. Te toca dar el paso.

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